Pico de Botella

 
 
 

“Porque debajo de la piel de la forma la sustancia permanece viva, reconfigurando la superficie a medida que madura.” / Introducción de la noción del residuo como materia en constante transformación.

Tim Ingold

De la mesa al cuerpo

 
 

‘Pico de Botella’ es un proyecto de upcycling que transforma en joyería botellas de vino, tequila o mezcal, recogidas en los restaurantes y bares de mi barrio. Al recuperarlas, las resignificamos, descubriendo en ellas otra potencia, y replanteamos su función y estética original al transitar de la mesa al cuerpo.

 
 

Tanto las botellas como las joyas encierran narrativas propias que se entrelazan, creando un diálogo íntimo entre dos universos que se potencian mutuamente, elevándose en un juego de paralelismos y contrastes donde cada uno nutre al otro con su singularidad.

 

La posibilidad de ser

Material vs Objeto

Heráclito / Fragmento de “Asàrotos Òikos” / Mosaico / 4.10 x 4.05m / Siglo IId.C. / Vigna Lupi, Roma / Museo Gregoriano Profano

Pompeya es un referente en la recuperación y reutilización de materiales en una ciudad preindustrial. A diferencia de las ciudades modernas, la basura no estaba confinada en lugares aislados, sino que se integraba en las funciones normales de la vida urbana, como parte de un ciclo de producción, consumo y transformación. (Ana Anguissola 2023)

El tipo de relación que establecemos con el mundo material comienza con la mirada y la lectura que hacemos de nuestro contexto.

Como usuarios, más implicados en el consumo de productos que en los procesos de producción, tendemos a entender nuestro entorno como un universo compuesto de objetos finitos. Pero si enfocamos nuestra mirada un poco más allá de la superficie, de lo evidente, en sus partes, sus componentes y la naturaleza de estos, llegamos a lo esencial: los materiales.

 Existen distinciones profundas entre los objetos y los materiales que los componen. Mientras los objetos son formas definidas, encapsuladas en sus funciones y limitadas en el encuentro con el usuario, quien a su vez está condicionado por los cánones que dictan el uso que debe darles, los materiales se despliegan en el terreno de la potencia. En su esencia, son maleables y mutables, conservando una naturaleza fluida que escapa a la rigidez del objeto. Así, los objetos se fijan en un campo de apariencias, restringidos por las expectativas sociales, mientras que los materiales, en cambio, guardan la posibilidad latente de transformarse, de alterar su presencia en función del entorno, en diálogo con las manos que los moldean.

Desde esta perspectiva, como diseñadores, se propone un reajuste en la relación con los materiales y con el proceso mismo de diseñar (Ingold, 2007), desdibujando la jerarquía que sitúa a unos al servicio respecto de otros y estableciendo un diálogo que permite la mutua y continua alimentación de los diversos agentes, donde «el creador está dentro del proceso, el creador viene como otro participante que se mueve con y a través de los materiales, redirigiendo el flujo en previsión de lo que pueda surgir» (Ingold, 2007).

La continua transformación, ya sea a través del upcycling, downcycling, reciclaje o las innumerables posibilidades aún no contempladas, no es un acto fortuito ni una mera ocurrencia. Es un ejercicio persistente que refleja una postura vital frente al entorno material. En la reutilización, uno no solo interviene en los ciclos de la materia, sino que se asume como un creador en perpetua metamorfosis, moldeado por las mismas fuerzas que manipula. La sorpresa y la deriva impuesta por los materiales no son obstáculos, sino una riqueza inherente que se manifiesta tanto en el resultado final como en los procesos creativos, plantando semillas para la próxima pieza. Como diseñadores, artesanos, artistas y creativos en general, abrazar este flujo incesante no solo transforma los objetos, sino que transforma también nuestra relación con ellos, generando una visión expandida, dinámica y fluida del hacer.

Más que la suma de sus partes

‘Pico de Botella’ is an upcycling project that transforms wine, tequila or mezcal bottles, collected from restaurants and bars in my neighbourhood, into jewellery. By recovering them, we re-signify them, discovering in them another potency, and rethink their original function and aesthetics as they move from the table to the body.

English version below

 

Both the bottles and the jewellery contain their own narratives that intertwine, creating an intimate dialogue between two universes that mutually enhance each other, rising up in a game of parallels and contrasts where each one nourishes the other with its singularity.

 

* Heraclitus / fragment from ‘Asàrotos Òikos’ / Mosaic / 4.10x4.05m / 2nd century AD / Lupi, Rome / Gregorian Profane Museum

Pompeii is a benchmark for the recovery and reuse of materials in a pre-industrial city. Unlike modern cities, waste was not confined to isolated places, but was integrated into the normal functions of urban life, as part of a cycle of production, consumption and transformation (Ana Anguissola 2023).

The kind of relationship we establish with the material world begins with the way we look at and read our context.

As users, more involved in the consumption of products than in the production processes, we tend to understand our environment as a universe composed of finite objects. But if we focus our gaze a little beyond the surface, beyond the obvious, on their parts, their components and their nature, we come to the essential: materials.

There are profound distinctions between objects and the materials of which they are composed. While objects are defined forms, encapsulated in their functions and limited in their encounter with the user, who in turn is conditioned by the canons that dictate the use to which they should be put, materials are deployed in the realm of power. In their essence, they are malleable and mutable, retaining a fluid nature that escapes the rigidity of the object. Thus, objects are fixed in a field of appearances, restricted by social expectations, while materials, on the other hand, retain the latent possibility of transforming themselves, of altering their presence according to the environment, in dialogue with the hands that mold them.

From this perspective, as designers, we propose a readjustment in the relationship with materials and with the design process itself, blurring the hierarchy that places some at the service of others and establishing a dialogue that allows the mutual and continuous feeding of the various agents, where ‘the creator is within the process, the creator comes as another participant who moves with and through the materials, redirecting the flow in anticipation of what may arise’ (Ingold, 2007).

Continuous transformation, whether through upcycling, downcycling, recycling or the countless possibilities not yet contemplated, is not a random act or a mere occurrence. It is a persistent exercise that reflects a vital stance towards the material environment. In reusing, one not only intervenes in the cycles of matter, but assumes oneself as a creator in perpetual metamorphosis, shaped by the very forces one manipulates. The surprise and drift imposed by the materials are not obstacles, but an inherent richness that manifests itself both in the final result and in the creative processes, planting seeds for the next piece. As designers, craftspeople, artists and creatives in general, embracing this ceaseless flow not only transforms objects, but also transforms our relationship with them, generating an expanded, dynamic and fluid vision of making.